Oswaldo Vigas entrevistado por José Pulido
 

Janine escucha el timbre y responde ¡ya voy! Abre el portón y se asoma con su cabello amarillo y su sonrisa alentadora. La primera vez que el maestro Braulio Salazar la vio, le dijo “hola, cabello de cocuiza” y así la siguió llamando. Janine ha sido perennemente la admiradora número uno de Oswaldo Vigas. Desde que se casó con él, siendo una jovencita francesa, hasta el presente, cuando la ristra de años vividos en Venezuela ha modelado su venezolanidad, ella es incansable en la tarea de mostrar, resguardar y promover la obra de su esposo.

De una vez aprovecha la breve caminata y muestra las esculturas de Oswaldo Vigas que están en el pequeño patio, rodeadas por la frescura del jardín. Son como dibujos en bronce esbozados en el aire. “¡Es buenísima esta obra! ¿no? ¿qué te parece, chico?”.

La conversación sobre el tema le apasiona. Entre tanto, Oswaldo no aparece. ¿Dónde está Oswaldo Vigas? Las paredes llenas de cuadros y los demás objetos de la estancia lo abarcan en silencio, como una cueva: se encuentra recogido en un rincón, dibujando en un cuaderno, casi en cuclillas, con la concentración de quien debe terminar el proyecto que se ha propuesto para este día. Deja el cuaderno a duras penas, sobre una mesita y se pone de pie para saludar. Acaba de salir de una bronquitis y habla como si no quisiera alterar nada en el ambiente.

Es un cuaderno estrecho, vertical, espeso, que contiene los bocetos más recientes. En su archivo hay varias decenas de esos cuadernos y también hay carpetas con dibujos hechos en servilletas, invitaciones, cartones absorbentes de colocar vasos, bolsas de papel.

Vigas es el mismo vehemente de cuando tenía el cabello oscuro y saltaba ante un cuadro grande, dilucidando una obra, vestido con un safari beige, que manchaba a quemarropa con todos los colores.

Ahora, con más años encima, con la edad sacudiéndole el cuerpo y los recuerdos, hace lo mismo ante la tela y se mueve como si obtuviera energía de lo que está tramando, de la espontaneidad que lo posee.

ESA MAGIA
El dibuja y pinta todos los días, sin fallar uno solo. Ser artista plástico, creador de puentes hacia la magia perdida, predominó en su existencia. Apenas se graduó como médico se dedicó de lleno al arte, con ganas desenfrenadas que lo apartaron completamente de la medicina.

Ya se sabe: desde la primera vez que materializó una obra, hasta el sol de hoy, ha pintado poniendo sus sentidos en la misma querencia, profundizando y
avanzando en su propuesta, aunque insiste en aclarar que jamás ha estado buscando nada, ni investigando algo: sólo ha creado en el ámbito donde persiste como un pez en el agua.

Cuando tenía veinte años de edad, era uno de los amigos jóvenes que se acercaban al taller de Picasso en París. De esa época señala que se arrepiente de no haberle mostrado sus cuadros a Picasso. “El me dijo varias veces que le llevara mis trabajos y nunca lo hice. Es que tenía miedo de que me copiara”. Oswaldo comenta esto y se ríe. Picasso absorbía todo y lo mejoraba, hasta que se tornaba picassiano.

-Su obra emerge cada vez con más fuerza… ¿siente que hoy consigue mejores expresiones?

-No es que sea mejor la obra, porque es eterna… es que trabajo sobre los arquetipos, que los tengo en la mano… siento que los he agarrado por el cuello y no los suelto… aunque en realidad fueron ellos los que me agarraron y no me sueltan… todo lo que hago está mezclado, sale de allí…

-¿A qué se debe que las brujas se hayan convertido en una especie de ícono, de rúbrica suya? Si alguien menciona el nombre de Oswaldo Vigas, automáticamente se le agrega el término “y las brujitas”…

-Porque son arquetipales, son figuras que representan arquetipos, más allá de la estética, más allá de lo simplemente pictórico. No lo sabía cuando las hice, pero ahora lo sé. Eso ocurre cuando uno se mete con los arquetipos.

La primera brujita la hice en el cincuenta y uno… y eso fue después de un viaje a Paraguiapoa. Andaba buscando la fuente…. había conocido en el Museo de Ciencias la colección que dejó el viejo Oramas, el padre de Alirio Oramas. El museo lo dirigía Cruxent.
Yo venía trabajando con lo africano, que no era propiamente con lo africano sino con lo que había aquí en relación con esa cultura: los diablos de Yare, los bailes que se hacían en Río Chico…

LO ANCESTRAL
La magia, esa fase primordial de la mentalidad humana, es invocada por los arquetipos. Todo lo que el hombre hace es cultura y es historia y en las figuras y expresiones ancestrales de los indígenas y de los africanos, se encuentran vestigios de lo mágico y lo religioso, donde aflora una belleza emocional.

Los hombres y mujeres de la humanidad primitiva, contaron sus sueños, temores, creencias y existencias a través de expresiones artísticas que invocaban respuestas mágicas y religiosas.

La inocencia con que esa infantil humanidad expresaba su espiritualidad, es un factor que Vigas rememora en sus trabajos, es una motivación que lo hace inventar el pasado y el presente, como si fuera un integrante perdido de una tribu que sólo existe cuando se completa una obra.

Vigas es toda la tribu junta. Es el shaman, es quien dibuja códigos mágicos en la piedra, es también el hacedor de figuras en arcilla, el tejedor de cestas y chinchorros. Y al mismo tiempo es el hombre que narra, alrededor del fuego nocturno, una y otra vez, el origen del universo y de todos los mundos.

El dibuja la criatura en el tiempo, el hombre que no hace la naturaleza, pero que la interpreta con poética primitiva. Oswaldo Vigas ha recreado eso siempre, tratando de recuperar las visiones y la magia de inherentes a todas las razas. Las brujitas se tornan independientes, parecen dueñas de un mensaje, de un secreto, muestran ceños fruncidos o sonrisas misteriosas. Parecen saber algo que los demás ignoran. Han surgido a la vida con una intención muy antigua y eso las hace únicas, son una tribu flotante que ocupa un espacio anímico. Lo primitivo es más místico, es el encadenamiento de una participación mística.

-Yo trabajaba las figuras precolombinas, y las ligaba con lo africano. Nunca hice una búsqueda, actuaba más bien reflejando un patrón de algo arcaico venezolano… pero jamás hubo un corte, siempre mantuve la continuación…

-Se ha afanado usted también en expresar el erotismo, a su manera…

-Tengo los grabados eróticos, es una serie grande… mis grabados eróticos son casi desconocidos… yo me digo que no importa que nadie los conozca porque algún día los conocerán.

-Su trabajo ha sido más preciado en el exterior, sobre todo en Francia… ¿a qué se debe eso?

-Uno viene a formar parte de lo acostumbrado, de lo que no se le para… nadie le hace caso a una maravilla cotidiana. En Francia soy una novedad: aquí no.

-En el Festival de Cannes usaron una obra suya para el afiche, en el año 2003 y el Museo La Monnaie de París, presentó una retrospectiva de su obra desde 1952 hasta 1963… en esa ocasión le entregaron la Orden de las Artes y las Letras de Francia y la Medalla Vermeil de la Ville de París…

-La obra que escogieron en Cannes fue la que titulé “Bruja de la culebra”. Esa pieza la donó Miguel Otero Silva al Museo de Anzoátegui…Sí… en el museo de La Monnaie, en París, había, el día de la apertura, una multitud aglomerada en la puerta. Yo estaba sorprendido. Habían repartido afiches inmensos en las bocas del Metro y pancartas por todo París… La gente estaba esperando en la puerta, porque el ministro de Cultura quería decir su discurso antes que entrara aquel gentío y cuando abrieron, de zopetón, aquello se llenó… la muestra duró tres meses y fue visitada por miles de personas de París y del interior de Francia…

-¿Qué dificultad distinta se le presenta cuando hace las esculturas?

-Ninguna. Antes hago un dibujo y cuando agarro la arcilla la trabaja como si dibujara… salen normalmente… yo lo que hago es ponerles respaldo a las esculturas… muchos artistas, cuando hacen esculturas, ven todo plano… yo veo las tres dimensiones y por eso mis esculturas tienen espalda… se pueden ver por detrás… mis pinturas también las realizo imaginándome que tienen espaldas…

-¿Cuál es su gran aspiración a estas alturas?

-Lo único que aspiro es a seguir pintando y a tener más tiempo para la escultura… lo que me satisface es seguir haciendo lo que hago… como si fuera el primer día de mi vida…

Caracas, Venezuela
Febrero del año 2006
La entrevista se realizó en el taller del artista