Nace en 1928 y falleció en 2016.
Estudia en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas de Caracas entre 1946 y 1949. Tras conocer en 1949 el libro de Joaquín Torres García, Universalismo constructivo, realiza en 1951, trabajos donde explora la geometría manual y sensible del pintor uruguayo que, junto con los preceptos de Rufino Tamayo y Paul Klee, lo llevan a establecer los primeros principios de la bidimensionalidad. "El neocubismo le brindó la plataforma para investigar las formas, máscaras, la geometría y una pintura del espacio que conformaría los elementos de su lenguaje plástico de mediados de los años setenta". En 1955, a los 27 años de edad obtiene el Premio Henrique Otero Vizcarrondo del XVI Salón Oficial con Cúpira y el premio de pintura del VII Salón Planchart con La bailarina nocturna. En esta etapa, que se relaciona con el realismo mágico, Quintana Castillo construye las figuras geométricamente sobre un fondo sin relieve y envueltas en una atmósfera onírica, ese año participa en la representación venezolana a la XXVIII Bienal de Venecia. En 1956 obtiene el Premio John Boulton en el XVII Salón Oficial y su obra es enviada a la III Bienal de São Paulo. En 1957 obtiene el primer premio del IV Salón D'Empaire.
A partir de 1957 entra a formar parte del grupo Sardio. En 1958 inicia su labor como docente: fue profesor de dibujo y pintura en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas (1958-1974), del Instituto Experimental de Formación Docente (1960), profesor de dibujo a mano suelta en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV (1958-1961), del Instituto Neumann (hasta 1966) y de la cátedra de introducción a la pintura del IUPC (1971). En 1959 obtiene el primer premio de dibujo en la "Primera exposición nacional de dibujo y grabado" (Facultad de Arquitectura y Urbanismo, UCV).
La producción artística de los años posteriores a la docencia, se orientan hacia la abstracción geométrica. En 1976 participa en "Kunst der Gegenwart aus Latinamerika. Kongrebjall am oistiengang" (Alemania), con Carlos Cruz-Diez, Oswaldo Vigas, Luisa Richter e Iván Petrovszky. Este mismo año, obtiene el primer premio en el XXXVI Salón Arturo Michelena.
Desde comienzos de los años noventa, las obras del pintor indagan las texturas del color y la abundancia matérica lograda con superposición de capas. En 1993 se presenta en la Galería Altamira de Caracas con "Pinturas topológicas", obras en gran formato. Juan Carlos Palenzuela escribió en el catálogo: "entre los signos que persisten en la pintura de Quintana Castillo, la línea es el elemento clave de su escritura pictórica. La línea que aparece y desaparece de la superficie; que es borde y centro; que es luz y color; que es firme y atmósfera y que al pasar de un cuadro a otro constituye la base de sus series más recientes, el sentido de continuidad en Pintura topológica y Reducción blanca"