Los efectos tropicales, encabezados por el brillo de la luz, el ambiente tórrido de estas nuevas tierras, los rasgos y las costumbres de otra gente, parecieran haber imbuido de una suerte de nueva fuerza y vitalidad la obra de Luisa Richter al llegar a Venezuela. Todo ello se transformó en un sentimiento de búsqueda y superación, de someter dificultades idiomáticas y costumbres para así llegar al acomodo en un nuevo entorno, impulsada siempre por esa pasión por pintar, por crear.

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