Procedente de la convulsionada Europa, Luisa Richter llegó a Venezuela un día de 1955. Cargada, con muchos proyectos, ilusiones y la firme decisión de establecerse y conquistar este nuevo mundo. Deseos que no fueron fáciles de obtener a la recién llegada. Otro idioma, diferentes costumbres, un vivir nuevo y distinto. Desde su llegada a estas tierras, fue cautivada por nuevas sensaciones. Una luz tropical, brillante, envolvente y encandilante, esa luz que solo se consigue en esta parte del mundo, en el trópico, donde aromas y sabores diferentes habrían de cautivarla. En una conversación informal, Luisa Richter nos hace un recuento de llegada a Venezuela.
“Desde mi llegada al puerto de La Guaira me fascinaron los nuevos olores del mar, los aromas y sobre todo el sol, ese sol tropical que conocí por primera vez, no creí que volvería a ver los cielos grises de Berlín, París y otras ciudades europeas. Me cautivó la tórrida atmosfera del trópico y los cortes de tierra que de inmediato pude ver.”
Durante más de medio siglo de incesante actividad, Luisa Richter ha desplegado su trabajo en variadas técnicas y temáticas. Las pinturas al óleo enriquecieron y asentaron sus conceptos abstraccionistas, dibujos al carboncillo, plumilla y retratos reflejaron su incursión en la figuración y además, una enorme obra gráfica donde las litografías, serigrafías, textos escritos con sus reflexiones y pensamientos y sobre todo los collages dieron cabida a su sorprendente capacidad expresiva donde la rigurosidad académica se unió a una gestualidad muy propia de su personalidad, rasgos que se han mantenido a lo largo de su larga trayectoria.
Enorme faena la de hacer una exposición de corte retrospectivo sobre una artista como Luisa Richter, una vasta producción de seis décadas hacen que el tiempo y espacio lo dificulten, sin embargo, hemos querido presentar aspectos resaltantes de su obra plástica para apreciar la evolución, constancia y personalidad de un trabajo rigurosamente académico y expresivo. Es un trabajo alejado de mitos y famas, la moda y la necesidad de mostrarse pasó de largo por su vida, el pintar por pintar no formó parte de su espíritu. La exposición está llena de evocaciones, reminiscencias, el recuerdo del principio, éxitos y satisfacciones, confrontación y premiación. Revisando obras (dibujos) de hace más de medio siglo de elaboradas, recordamos y retenemos rasgos y características de ese pasado cercano que podemos advertir en obras mucho más recientes. A pesar de los años transcurridos, la firmeza y perseverancia del ánimo de la artista en su resolución y propósito de crear se mantienen vigentes e inalterables. Conserva su memoria.
El trabajo de Luisa Richer ha sido ampliamente recompensado. A temprana edad, en Alemania recibe el “Premio Nacional Juvenil de Arte”. En Venezuela, en 1967 en el XXVIII Salón Oficial Anual de Arte Venezolano su trabajo fue galardonado con el “Premio Nacional de Dibujo y Grabado”. Representa a Venezuela en 1978 en la Bienal de Venecia donde su trabajo de pequeños collages “Las Hojas de mi Diario” y la serie de Óleos “Espacios Planos” producen un gran impacto en el público. Luego, en 1981, recibe el “Premio Nacional de Artes Plásticas”. En el año 2000 Luisa recibe el Primer Premio en la II Bienal de Artes Gráficas realizada en el Museo de la Estampa y el Diseño Carlos Cruz-Diez de Caracas. Recientemente en 2008, en la ciudad de Bersgheim, Alemania, se instituye el “Premio de Artes Plásticas Luisa Richter”.
Luisa sigue trabajando arduamente, a pesar del tiempo su rutina no es interrumpida. Pinta y dibuja, crea nuevos collages y escribe sus reflexiones y pensamientos sobre viejas copias de planos elaborados por su marido o sobre gráficas del pasado, a veces las complementa con trazos de guache o marcador. Son textos que reúnen las reflexiones y pensamientos poéticos que han pasado de ser escritos a formar parte de la creación artística que la lleva por ese sendero de permanente meditación e investigación.
Galería Medicci
Tomas Kepets
Director
“La única misión del hombre en el mundo es alcanzar un nivel espiritual superior. Por eso, cuando se trata de cambiar su forma de ser y ascender por los peldaños de la escalera espiritual, el hombre posee la cualidad divina del – libre albedrío – . Y éste solo se da si se inyecta el concepto del tiempo en la existencia del hombre”
EL PODER DE LA KABBALAH
Tecnología para el Alma
Yehudá Berg
Kabbalah Publishing
Año 2007, página 136