La galería Medicci cumplió veinte años y estableció un estilo en la relación del artista y el espectador. Ahora es una galería en Internet que atrae espectadores de varios países

Solo había que llegar a la puerta de vidrio y mostrarse. Entonces se escuchaba el pequeño sonido que indicaba “está abierta”. Jamás hubo vacío. Siempre se apreciaba una exposición habitando el espacio de la galería Medicci, donde cada obra era un principio y un fin, un descubrimiento y una emoción.

Tomás Kepets salía de su oficina y hablaba de la exposición o de algún libro; de la música o de los sucesos que ese día conmovían su existencia. Trataba a cada quién como si fuera alguien que llegaba a comprar una obra, aunque supiera que las personas solo estaban allí curioseando y nada más. 

Tomás es un caballero respetuoso; sus palabras emergen desde las profundidades antiguas de su sabiduría; es un hombre alto, sencillo, concreto.

Es un galerista enamorado del oficio: sabe reconocer los diversos lenguajes que usa el arte. Su sensibilidad y su sabiduría son una misma cosa. Ha vivido una existencia de lector intenso y selectivo y ha presenciado a lo largo del tiempo una diversa y cuantiosa procesión de obras de arte. Además, ha establecido comunicación y amistad con decenas de artistas disímiles y carismáticos; y con una corriente cultural donde la verdad y la calidad integran una cima.

-Siempre me gustó el arte, cuando volví de USA de estudiar Contaduría a mediados de los setenta comencé a visitar galerías, museos, exposiciones. Me inclinaba en esos tiempos por el arte ingenuo y comencé a coleccionarlo, pero ya en los noventa quise ser marchante o galerista. Mi primer intento en los ochenta fue querer asociarme a mi buena amiga la galerista-pintora Nery Garban, quien en aquella época era dueña de la galería Toulouse Lautrec (Los Ruices) pero la negociación no se dio.

Tomás es persistente y durante veinte años mantuvo abierto un espacio donde ocurrieron importantes procesos artísticos e intelectuales. La galería Medicci ha sido el punto de convergencia de creadores que van más allá de lo común; de espectadores ansiosos por mirar en profundidad los riesgos y los desafíos del talento; allí han coincidido los críticos que son memoria y análisis de lo mejor que ha surgido y de lo que sigue surgiendo.

Para lograrlo cargó con su sueño y lo llevó paso a paso hasta el lugar donde la realidad impone sus condiciones.

Me armé de valor y decidí formar mi propia galería de arte, tuve un socio por corto tiempo y me acuerdo que me fui a Barquisimeto a comprar obras de arte: no conocía a nadie por allá, pero traje obras de Jesús Armando Villalón, Ramón Chirinos, Federico Torres, el maestro Requena y otros más. 

Fundé la galería en el segundo piso de mi antigua oficina de La Urbina; llamé a todos mis amigos y así hice la primera exposición colectiva de Galería Medicci. Fue un tremendo éxito económico y pensé “¿cómo no se me ocurrió antes?”  ¡era tan fácil ganar la plata! Craso error…….. Luego tomé el local de Las Mercedes donde estuvimos por más de veinte años.

La galería virtual

Durante esas dos décadas, la Medicci avanzó convertida en un río de creaciones y ahora se ha transformado en una galería virtual y eficiente, que continúa mostrando a los artistas mayúsculos, a la vanguardia de cada instante, a la lucidez y a todo aquello que hace puente con los valores espirituales. Las experiencias acumuladas en esas dos décadas han afinado la dinámica de hoy.

-He tenido muchas experiencias buenas, pero debo mencionar la primera buena experiencia: la inauguración de la galería en Las Mercedes. Fue todo un acontecimiento impactante, el local era excelente, constituyó una novedad que se inauguraba una exposición de noche; la afluencia del público fue entusiasta y las ventas sorprendentes. El artista: mi amigo Onofre Frías. Luego debo mencionar la emoción que sentimos cuando en el marco de la primera exposición individual de Diego Barboza, se le concedió el Premio Nacional de Artes Plásticas 1997. 

- ¿Y los malos ratos? 

Experiencias malas también las hubo: exposiciones de poca afluencia del público, épocas de convulsiones políticas que afectaron las ventas, pero las peores experiencias fueron las desapariciones físicas de grandes Maestros con los cuales convivimos por largos años, Barboza, Petrovszky, Vigas, Richter, Quintana Castillo fueron dejando de venir………..

Pero la mejor experiencia ha sido aprender y crecer en esos veintitantos años en el mundo del arte; la permanente búsqueda de la excelencia, la satisfacción de ver cómo la galería se fue situando entre las mejores del país; nuestras experiencias en el exterior y por, sobre todo, haber aprendido a ver y querer el arte en toda su riqueza espiritual.

La Medicci sigue activa y ahora abarcando continentes, porque su director, Tomás Kepets, se mantiene al frente de un proyecto que en definitiva es su rincón placentero, su hogar de sueños, su satisfacción personal. Tomás es como un transportista del asombro y de la creación. Se esmera en eso de comunicar a los artistas y sus logros con la mayor cantidad y calidad de espectadores.

El interés del artista y el coleccionista siempre, al final coinciden y es la obra lo que los une, uno de ellos se desprende físicamente de su creación y el otro la adquiere, la hace de por vida parte de sí; me refiero al coleccionista de verdad y no al acumulador de obras o de “firmas”.

Él tuvo el privilegio de observar a Luisa Richter cuando pintaba y recordaba, nostálgica y rebelde, aquellos días en que ocuparon su mente, de una sola vez, la abstracción y la realidad tropical.

Tomás mantuvo una sólida amistad con Oswaldo Vigas y presenció su modo de pintar, que era armonioso, ancestral y aferrado a la infancia. Un ritual basado en el dibujo que surgía del ritmo anímico, de la gestualidad.

En sus encuentros constantes y dialogados con Manuel Quintana Castillo, percibió esa poesía del artista que transformaba cada tela en una serenidad inquietante.

También ha presenciado la autenticidad de Miguel von Dangel. El taller de Miguel von Dangel es una expresión de arte. Un lugar de misterios y de respuestas irreverentes.  

Asdrúbal Colmenárez es un torbellino de ideas y de sabiduría, de informaciones y de impulsos vanguardistas. Tomás ha disfrutado mirando sus procesos y el de otros creadores. 

Y también recuerda con especial cariño al Maestro Iván Petrovszky con quien, además de tener similitudes étnicas, lo unión una gran amistad.

Tener una galería de arte, generando interés sobre lo que hacen unos artistas, es algo que va más allá del negocio. Porque los artistas pintan el sentir, el pensar, el vivir.

Allí, en ese proyecto de vida de Kepets, se han visto obras de artistas como Luisa Richter, Oswaldo Vigas, Manuel Quintana Castillo, Miguel von Dangel, Asdrúbal Colmenárez, Jesús Soto, Carlos Cruz Diez, Mateo Manaure, Pedro Briceño, Diego Barboza, Iván Petrovszky, Manuel Mendive, Frank Hyder, Carlos Luna, Manuel Carbonell, Annette Turrillo, Karim Borjas, Enrico Armas, Karem Arrieta, José Caldas y Luis Alberto Hernández. 

Y han escrito al respecto figuras resaltantes de la crítica, filósofos del arte, como Juan Carlos Palenzuela, Carlos Silva, Perán Erminy, Carlos Maldonado Burgoin, Bélgica Rodríguez, Katherine Chacón, Eduardo Planchart Licea, Ruben Osorio Canales, Luis Arocha y Eddy Reyes Torres entre otros.

Los cubanos

En los últimos tiempos ha conocido lo que hacen varios artistas plásticos cubanos. Viajó hasta la isla para conocerlos en sus talleres. En especial al Maestro Manuel Mendive.

Fui a Cuba a entrevistarme con el maestro Manuel Mendive, a quien no conocía. Mis negociaciones en La Habana con Mendive y con otros artistas cubanos fue simple y sencilla, me sorprendió la agilidad burocrática de la isla. Muchos de los artistas ya habían escuchado de Galería Medicci.

Los artistas cubanos están muy bien internacionalizados, están al día con las tendencias actuales, crean e innovan y a pesar de la gran precariedad reinante en la isla, ellos logran producir y salir a mercados donde nosotros, los venezolanos, no hemos podido entrar, fíjate que ellos tienen hasta una reconocida bienal desde hace tiempo y nosotros ni siquiera hemos podido tener una revista de arte decente. 

- ¿Cómo definiría a un buen coleccionista? 

-Creo que el verdadero coleccionista se reconoce por su amor al arte, al buen artista y a su obra: conoce y disfruta la obra, sabe de su valor intrínseco y tiene paciencia en su búsqueda del buen arte, no se emociona ante las “gangas”. Quienes están más orientados por la inversión, son eso, inversionistas; por lo general se llenan de buenas inversiones que carecen de valor artístico, como dijo el maestro Vigas: “arte mayor y arte menor”

- ¿Cómo afecta la crisis económica y política al área de los marchantes, de las galerías? 

Nadie se salva de la crisis. El mercado del arte ha sufrido mucho y por los vientos que soplan la recuperación está lejana. Hay mucho apego a mantenerse en expresiones de hace décadas; pienso que es urgente evolucionar hacia tendencias más contemporáneas, más actuales, debemos incorporarnos a la dirección correcta que lleva el arte a nivel mundial, desprendernos del localismo. Hay que reconocer que, a pesar de la crisis, todavía existen en Venezuela galerías que se han mantenido en esa permanente lucha por la superación. La parte de los museos es otra cosa, la mediocridad en que navegan da lástima y pena, mejor ni hablar de ello.

- ¿Qué ha cambiado para las galerías en estos últimos veinte años? 

Estamos preparando un gran salto hacia la parte virtual. El año pasado, el mercado mundial del arte virtual creció un 24% con respecto al año anterior. Hoy en día, se ha comprobado, que se comenzaron a vender obras de gran envergadura artística por internet. Es el futuro, quien no incluya esta nueva visión no durará mucho en el mercado. Ya las ferias y exposiciones no dan más. 

Hoy puedes comprar con entera confianza, si tratas con una Galeria o portal serio: es más cómodo, tranquilo y puedes obtener y analizar más información con detenimiento antes de darle el sí definitivo a la obra.

¿La gran desventaja? siempre habrá los timadores de oficio y hay que tener cuidado de no toparse con ellos. 


José Pulido

Periodista, poeta, novelista, ha escrito novelas y ensayos. 

Dirigió la sección cultural de El Nacional y El Universal. Subdirector de la revista Cultural de Banco central de Venezuela. Ganador de premios de poesía y periodismo. Coordino la primera emisión de Ediciones Galería Medicci, “Mis dioses tutelares” un poemario inédito del Maestro Oswaldo Vigas.

Actualmente trabaja y reside en Caracas, Venezuela.