SOFÍA IMBER:

“Miguel von Dangel es un artista poco común en nuestro medio, un artista que se ha mantenido casi al margen de cualquier actividad oficial e imposiciones publicitarias y tal vez no conocido (o reconocido) como debería serlo, ya que sostiene una obra sólida, densa, y sobre todo, producto de una importante reflexión acerca del carácter sagrado en el arte, la contemporaneidad y la referencia a lo específicamente americano. En este último aspecto, la referencia al Nuevo Mundo, von Dangel es uno de los pocos que ha logrado aún no banalizar sus contenidos estéticos e ideológicos en fórmulas facilistas y esquemas repetidos […] La batalla es una obra difícil, dura, de múltiples lecturas que entrecruzan no solamente los análisis de Uccello sino también las referencias características de von Dangel a los mecanismos políticos en nuestros tiempos, la violencia y su simbología adquirida desde los tiempos de la invención de América. Es un fresco impactante, y ante todo, no complaciente”.

MARÍA LUZ CÁRDENAS:

“Miguel von Dangel despliega una obra cuyas entrañas remueven las bases del conocimiento y los vanos intentos por alcanzar el sueño de lo bello verdadero a través de fórmulas en el arte, la religión o el saber”.

ROBERTO GUEVARA:

“El camino de los opuestos se cumple en todos los sentidos, y por lo general, en casi todos los artistas. No podía faltar el componente dialéctico en la obra de un gran artista de la subversión, Miguel von Dangel. Desde el inicio de su obra, el sacrilegio ha estado en la boca de los censores y las frenéticas hordas de la muerte han anunciado toda suerte de extrañas esperanzas para la humanidad. Una obra excepcional viene a confirmar esta interpretación: La batalla de San Germano (sic), que es como decir, el Evangelio según von Dangel […] Obra expandida, ambientación, proposición de choque, San Romano es por encima de todo un credo estético personal, inseparable de una postura del individuo ante el atropello de los siglos y la fiesta bárbara de la muerte. Es muy importante que Sofía Imber haya acogido en su Museo esta obra que ella misma juzga ‘difícil, de múltiples lecturas’, que no es precisamente un tributo a la rutina.

La sala especial, por otra parte, es un lugar ideal para desplegar la batalla que se multiplica varias veces en el curso de las culturas y los tiempos, y que aquí, en este marco excepcionalmente curado, resulta uno de los eventos marcantes de muchos años […] el tropel de San Germano (sic) sobrepasa la tesis misma, cualquier tesis. Una vez desencadenado el horror, no hay pausa posible, ni brecha o alivio […]

El holocausto es un delirio barroco, lleno de aureolas y festejos misteriosos, como si la muerte y la vida perdieran lo que los separa artificialmente, y dejaran brotar lo que en verdad los une, porque una prosigue en otra, porque la muerte engendra la vida y así sucesivamente […] Como en el Bateau Ivre de Rimbaud y en las marejadas de la muerte que Homero requiere para su Odisea, en los terribles acordes de San Germano/von Dangel la vida es la única triunfadora”.

JUAN CARLOS PALENZUELA:

“Von Dangel, demonios y caballos: “No siempre las figuras más publicitadas del arte venezolano son las que pueden ofrecer el mejor balance retrospectivo de su obra, o bien un constante proceso creativo signado por la calidad plástica y conceptual de su trabajo. La figura de Miguel von Dangel prueba que el verdadero artista es un ente ajeno a la feria de sociedad. Su obra ha estado presente y se viene desarrollando desde hace más de veinticinco años sin pervertir sus postulados. La de Miguel von Dangel es una obra sin complacencia, sin facilismos, sin anecdotismos, como pocos pueden mostrar. Obra formulada con un gran rigor, estricto sentido de la contemporaneidad, los lenguajes plásticos y un trasfondo de hermoso y terrible drama humano […] Miguel von Dangel es pintor y escultor que ha compuesto una opera suma: La batalla de San Romano […] Pocas veces tenemos el don de distinguir un genio, y gozar y sufrir con su obra. La exposición de Miguel von Dangel en el Museo de Arte Contemporáneo ‘Sofía Imber’ fue un acontecimiento artístico capital que tuvimos la suerte de ver y disfrutar”.

JULIO ORTEGA:

“Llegué tarde a La batalla de San Romano […] Dada la rica textualidad histórica de este canto apocalíptico (fuego de las purificaciones, nostalgia de la razón ardiente), se podría decir que no hemos salido de la batalla de San Romano. Esto es, que ‘La Batalla de San Romano’, el gran fresco de von Dangel, nos revela en nuestra propia batalla (de Caracas, de Lima, de este hemisferio y del otro), personajes discretos que no se acaban de enterar del fragor del Apocalipsis unas calles más arriba […] como el héroe casual de Stendhal, recorremos un campo de batalla sin saber que protagonizamos la historia. Con esa ventaja trabaja este artista […] Von Dangel trata la historia en un proceso de recuperaciones residuales: la presencia es corroída por la des-figuración.

La historia es des-hecho, detritus ceremonial, esto es, lección moral barroca: de sus ruinas salimos con las manos vacías.
Esta pintura no pinta: despinta. Desvertebra lo escrito en su materia residual, y muestra la huella de la presencia como una construcción ilusa […] La batalla de San Romano, por tanto, es aquí uno de los caminos para volver del arte a la calle por vía del museo, uno de los pocos pasajes que nos quedan hacia lo comunitario […] Por la vía negativa, este poderoso comentario de los órdenes de la destrucción, nos lleva de regreso a la convicción utópica. Porque es desde la utopía (no por nada recusada por todos los poderes pragmáticos) que es posible rehacer las materias de la presencia con las formas de la ausencia”.

VÍCTOR GUEDEZ:

“La obra de Miguel von Dangel es intuitiva en su formulación, reflexiva en su conformación, emotiva en su proyección y espiritual en su fundamentación. Frente a esa integración sinérgica, el espectador queda envuelto en unas dimensiones muy abarcadoras […] La riqueza formal y conceptual que se congrega en las ejecuciones de Miguel von Dangel produce sensaciones casi inagotables. En efecto, experimentamos la presencia de lo caótico y lo cáustico, de lo alusivo y lo elusivo, de lo metafórico y lo metonímico, de lo antitético y lo antiestético, de lo desarraigado y lo arraigado, de lo truculento y lo turbulento, de lo catártico y lo catacrésico […] Pero lo más extraordinario de la obra reciente de Miguel von Dangel es que, en última instancia, lo que en un principio parece áspero y destemplado termina por asumir una jactanciosa dimensión que es también sublime y lírica. Al llegar a este punto recuerdo el aforismo de Frederich Nietszche: Todas las cosas buenas fueron amargas alguna vez”.

CARLOS SILVA:

“Hay una obra excepcional, cuya premeditada complejidad y absoluto alegorismo reclaman atención crítica muy especial. Se trata de un mural de 32 metros, exhibidos en el mes de mayo de 1990 en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, y titulado La batalla de San Romano. Durante años el extenso fresco servía de paredes en el alto espacio que funciona como taller del artista. Así que mientras desde la calle se veía una especie de cubierta irregular y envolvente, en su faz interior von Dangel iba fraguando, pausadamente –entre la factura de otras obras- uno de los ensamblajes más importantes del arte contemporáneo. Sin ningún tipo de concesiones al posible espectador, la creación se fue concretando en una acumulación barroca exasperada y con la diversidad de materiales más notables que podemos recordar en la historia del arte, así como se fue abriendo un cromatismo estridente, que ni siquiera las gruesas capas resinosas lograban atemperar.

Constituida como una saga vertida plásticamente –es decir, que además del inicial impacto perceptivo, el espectador debía recorrer la gran obra en un ejercicio de lectura secuencial-, muchos núcleos de significación iban apareciendo, a medida que el público se dejaba atraer y guiar por la dinámica de los ejes compositivos y por la casi insoportable tensión trágica que de ellos emanaba […] en ese enorme telón viviente y doliente de lucha y sumisión, de voracidad, fuerzas desencadenadas y encarnadas en los demonios de la guerra, la lectura del espectador es menos polarizada que en los ensamblajes de El caballo –se refiere a Monumento- y la Virgen. El vasto fresco se convierte en la funesta superficie donde cabalgan los jinetes del Apocalipsis, dejando a su paso los despojos palpitantes, los fragmentos deformados, de la escoria de la historia. Si en la genial obra de Uccello predomina con gran claridad el orden figural y la nitidez espacial de sabios estudios de perspectiva, ambas reforzadas por los planos colores locales a fin de permitir la identificación neta de cada imagen, en el mural de von Dangel se hace inminente –aunque sin llegar, por milagro, a ello- al reino del caos, del supremo efecto que es provocado por la violencia. La indeterminación acecha, intermitentemente, los distintos episodios de la alegoría de la guerra propuesta por von Dangel. Y como alegoría al fin, la obra entera apunta hacia valores semánticos que superan los momentos de la real batalla y de su conmemoración uccelliana, para manifestarse indicativamente en la historia de nuestros días”.

RICARDO PAU-LLOSA:

“Hace diez años que he seguido con fascinación la obra del artista venezolano Miguel von Dangel […] Von Dangel ha representado a su país en la Bienal de Venecia y fue uno de los 12 artistas del hemisferio premiados en la exposición Eco-Art en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro en 1992. Hace dos años la Galería de Arte Nacional lanzó una conmovedora exposición retrospectiva de von Dangel, la cual dejó claro que este artista es el más impactante y original que haya surgido en Venezuela en los últimos 20 años. La plástica contemporánea, especialmente de Latinoamérica, es inexplicable sin mencionar a Miguel von Dangel […] Su obra es todo lo contrario a las reducciones modernistas que buscaban, como alquimistas modernos, la ‘purificación’ del arte. También está lejos de las pedanterías y banalidades que acechan gran parte del posmodernismo. Ni reducción ni ironía. Von Dangel dramatiza cómo una obra de arte puede tragarse un mundo y convertirse en él […] Si pudiéramos concebir el arte que crearía una personalidad que uniera el apetito de mundo del Fausto de Goethe con la erudición y lucidez de Jorge Luis Bórges, no estaríamos lejos del arte de von Dangel…”.