Dotado de una estética profundamente religiosa, inmerso en una búsqueda afanosa e interminable de lo sagrado, Luis Alberto Hernández continúa en una eterna y profunda búsqueda, un viaje o mejor dicho, una metáfora de un viaje interminable.
Evidentemente la obra de Luis Alberto Hernández puede ser considerada como una obra exclusiva, intelectual o dirigida solo a un cierto tipo de público, pero no es así, en el fondo, no ha dejado de ser la obra que trasmite la personalidad y el entorno del artista, quien de esa manera expresa su pensamiento y vuelca su mundo interior para establecer una fusión muy personal con el veedor, quien se irá vinculando con la obra, cada vez con mayor facilidad...
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