‘El Estado debe potenciar la propaganda (de los museos) como lo ha hecho con el Sistema de Orquestas Jueveniles’ ‘Durante estos 15 años las instituciones museísticas no reciben la importancia que merecen’, manifiesta el investigador y curador de arte.
JESSICA MORÓN | EL UNIVERSAL
Para Jesús Fuenmayor, el mercado del arte en Venezuela no escapa a la crisis de país. Aunque afirma que los maestros venezolanos se cotizan bien en el exterior, critica la falta de espacio para los creadores emergentes. "El artista es un radar de la sociedad, pero hoy en día no ha habido una forma de aglutinar esas respuestas individuales a raíz de las fallas en los museos", dice el director y curador de la Fundación de Arte Cisneros-Fontanals.
A su juicio, el Gobierno necesita ocuparse de la promoción de la cultura, dentro y fuera del país, de la misma manera que lo ha hecho con el Sistema de Coros y Orquestas Juveniles e Infantiles. "Las colecciones de los museos venezolanos son portentosas. El Estado debería sentirse igual de orgulloso y difundir y potenciar la propaganda como lo ha hecho con el sistema", apunta.
-¿Cómo evalúa el coleccionismo en Venezuela frente al control de cambio?
-El mercado se ha vuelto cada vez más reducido por la situación del país. Algunos coleccionistas se han mantenido fieles a su disposición de apoyar el arte, pero la falta de espacios institucionales, la desaparición de los premios y salones de arte, aunado al hecho de que los museos no están adquiriendo obras desde hace más de una década, ha truncado el desarrollo del arte en Venezuela. Siento que muchos compradores y coleccionistas han estado mirando hacia otros mercados, en particular el norteamericano, el brasileño y el peruano. El país los está empujando hacia afuera.
-¿Cómo percibe la cotización de los artistas venezolanos en el mercado internacional?
-El universo de artistas venezolanos es muy grande y diferenciado. Hay una parte de esa torta del universo de creadores que corresponde a los grandes maestros del cinetismo: Jesús Soto, Carlos Cruz-Diez, Alejandro Otero y Gego, que se siguen cotizando muy bien. Luego está esa generación postcinetista, donde figuran Mercedes Pardo y Francisco Salazar, quienes de vez en cuando se ven en las casas de subastas más importantes.
-¿Y los noveles creadores?
-El sistema del arte es muy complejo, allí sólo entran aquellos artistas que se toman la cosa en serio, los que abordan una investigación, y en Venezuela tenemos un grupo muy destacado representado por las galerías. Entre ellos están Daniel Medina, Iván Candeo, Nayarí Castillo, Jorge Pedro Núñez..., pero hoy la mayoría está fuera del país. Arturo Herrera, por ejemplo, vive en Berlín desde hace muchos años y ha tenido una carrera excelente con muy buenas galerías que lo representan a nivel internacional.
-Desde Estados Unidos, ¿cómo ve la promoción de los artistas venezolanos en el extranjero?
-Las galerías venezolanas han hecho un trabajo estupendo. Se puede tomar como ejemplo a la galería Faría+Fabregas de Caracas, constituida en Nueva York como Henrique Faría Fine Art; ellos han realizado el trabajo más serio de internacionalización del arte venezolano. Esa ha sido la gente que ha dado la cara, de resto, ocasionalmente hay algunos artistas venezolanos que tienen la oportunidad de exhibir en algunas galerías de acá, pero son muy pocos, no es lo que uno esperaría que sucediera en comparación con el talento que hay en Venezuela.
-¿Diría que las galerías asumieron el papel de los museos?
-En Venezuela nunca hubo un plan serio y consistente para promover el arte venezolano en el exterior. Siempre sentí que era muy epiléptica la manera cómo se promocionaba el arte nacional. En los últimos años esto se ha ido agravando, al punto en que el apoyo del Estado a la difusión del arte venezolano es casi nulo. Antes había recursos e intentos fallidos, hoy en día ni eso.
-En estos momentos, ¿qué país de Latinoamérica es un ejemplo a seguir para Venezuela?
-El modelo de promoción al arte nacional lo están dando los brasileños. La cancillería de ese país creó la oficina Plataforma latitud, dedicada a promover las artes visuales, y lo más importante es que su labor está afianzada en criterios artísticos y no políticos. Es un proyecto que promete y demuestra la apertura de un gobierno hacia la cultura. Incluso, en mayo de este año le pagaron a las colecciones más poderosas del mundo para que asistieran a ver su feria de arte en Sao Paulo. Eso te habla de que hay gente pensando a largo plazo. No se trata de pagarle el pasaje a un millonario, sino de pensar en el futuro. ¿Este tipo de estrategias existe en Venezuela? ¡Ni pensarlo!
-¿Cuál es el deber del Estado con la cultura?
-Hace falta hacer un plan. Es necesario que el Estado se responsabilice y asuma el papel que le corresponde en materia de promoción del arte dentro y fuera del país. Lo que se pueda hacer desde el sector privado, a partir de la labor de galerías y fundaciones, es siempre bienvenido. Aunque no dejan de ser gestos puntuales, granitos de arena que no van a suplantar jamás el rol del Estado.
-¿Qué opina acerca de la ausencia de información sobre La odalisca de Matisse?
-Yo nunca me hice eco del rumor de que en Venezuela estaban saqueando el arte de los museos. Siento más bien que durante la gestión gubernamental de los últimos 15 años, los museos no reciben la importancia y el apoyo que merecen. Están en una situación endeble. A pesar del maltrato que el Gobierno le está dando a los museos venezolanos, yo sigo manteniendo una confianza absoluta en la estructura que creó estas instituciones culturales. Sobre todo en la responsabilidad de los profesionales que trabajan allí, a quienes se les escapó el tema del Matisse. Es peligroso hablar de la desaparición de La Odalisca como un saqueo.
-¿Entonces cuál fue la falla del Gobierno?
-No haberle dado la importancia requerida al caso. Si esa es la única obra del gran maestro del expresionismo moderno francés que tenemos en nuestro país en una institución publica, eso tendría que haberse manejado ante la opinión pública como un patrimonio importantísimo. En la medida en que la gente no entienda la importancia que tiene esa obra como patrimonio artístico venezolano, no va a salir a defenderlo.
-Hay una merma de arte extranjero en el país...
-Las colecciones que se hicieron en los museos venezolanos son portentosas. Las que hicieron Miguel Arroyo en el Museo de Bellas Artes y Sofía Ímber en el de Arte Contemporáneo de Caracas, no tiene comparación en Latinoamérica; por el lado de la sección de Arte Pop está muy bien representada. La Galería de Arte Nacional tiene en sus arcas lo mejor del arte venezolano, es una equivocación garrafal del Gobierno no continuar con esas políticas de adquisición de obras. No se ha hecho nada en los últimos 15 años por nuestros museos. Es un acto de ceguera que el Gobierno no se percate de su valor y entienda que es un hecho digno de difundir y potenciar. Así como se le hace propaganda al sistema de orquestas. El Gobierno debería de sentirse igual de orgulloso por los museos venezolanos.
-Pero la crisis propicia ebulliciones creativas...
-La crisis representa cambios y los artistas como radares de la sociedad tienen el deber de reflejarlos, pero en Venezuela no ha habido una forma de aglutinar esas respuestas individuales a raíz de las fallas en los museos. La crisis ha alejado a los artistas del país. Nuestros creadores han optado por el exilio.
-¿Cuál es la deuda del Estado con el arte?
-Políticas a largo plazo. Hay que reincorporar a la gente valiosa. En Venezuela se han formado recursos humanos en restauración y conservación para que los museos funcionen, y ese personal o lo han dejado ir o no se les da la oportunidad de crecer. Lo ideal es volver a ese punto en que el maestro José Antonio Abreu, exministro de Estado para la Cultura, dio autonomía administrativa a los museos, les permitió crear un perfil y respetar los recursos a su máximo potencial.