Manuel Mendive Hoyo ( La Habana, 1944) es uno de los más importantes artistas cubanos contemporáneos, con una obra enraizada en el mundo simbólico de la santeríao Regla de Ochoa y los orishas, las deidades sincréticas en las que aflora el origen africano de la espiritualidad cubana. Mendive, a través de sus pinturas y esculturas así como sus innumerables “perfomance”, ha ritualizado la relación de los seres humanos con la naturaleza –la propia y la que los envuelve,- creando un universo simbólico inconfundible con el que transmite las complejas historias, oscuras identidades y enigmáticas metamorfosis que protagonizan su obra.

Aunque sus trabajos figuran en numerosas colecciones públicas y privadas, tanto de América como de Europa y Asia, y su currículo expositivo es extenso, Mendive siempre ha vivido y trabajado en Cuba, en la actualidad en un lugar que ha llamado Manto Blanco en alusión al dios Owatalá, dios de la paz, de la pureza, cuyo nombre yoruba sería Ala FunFun. Manto Blanco es el seno de la naturaleza para Mendive, un espacio en el que desde niño quiso estar, “rodeado de árboles, en el campo…”, para que “todo este paisaje, toda esta gran composición, nutra cada vez más mi pintura.”

CANARIAS y MENDIVE

Canarias no ha sido ajena a la difusión del arte mendiviano, toda vez que desde hace más de tres lustros los artistas cubanos contemporáneos han encontrado en nuestras islas una importante plataforma de difusión de su trabajo, que ha tenido en el Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria (CAAM) su principal instigador. Así, la obra de Mendive que descubrimos en la exposición “Cuba siglo XX: Modernidad y sincretismo” (comisariada por Maria Luisa Borrás y Antonio Zaya para el CAAM y la Fundación La Caixa), volvía a seducirnos un año después en el ambicioso proyecto “Islas” (comisariado por Orlando Britto para el CAAM y el Gobierno Autónomo). Aunque va a ser a comienzos de la pasada década con la gran retrospectiva “Shangó y la vida” (asimismo comisariada por Britto para el Gobierno Canario y la caja balear “SaNostra”, con la participación de Centro de Arte Juan Ismael de Fuerteventura y el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana), cuando la obra de Mendive se nos ofrezca en todo su esplendor, que pudimos admirar en la sala de exposiciones “La Recova” de Santa Cruz, en la primavera de 2002.

MENDIVE y ARTIZAR

En julio de 2008, en Estudio Artizar se exhibía“La mirada persuasiva”, una colección de pintura internacional que incluía una obra de Mendive y que, como toda la exposición, estaba en nuestra web. Una tarde recibimos una llamada telefónica de Alexander González Garbó, que se presentó como asistente y colaborador del maestro Mendive, con quien se encontraba en Benin, pues les habían sorprendido ver “La traición”(título del cuadro en cuestión realizado en 1995), una obra que, según manifestó, Mendive tenía en aprecio. La charla no fue corta; en ella surgieron los nombres de amigos y conocidos comunes –Antonio Zaya, Orlando Britto, etc.- que nos aproximaron, por lo que en un momento dado el propio Mendive se puso al teléfono. Dijo que había estado a punto de visitar Tenerife con motivo de su exposición “Shangó y la vida”, lo que al final no llegó a ser posible. Y aunque sus viajes eran cada vez menos, no descartaba algún día el encuentro con nuestra isla que consideraba hermana. Al transmitirle nuestro interés por su trabajo, aceptó iniciar con Artizar una relación profesional, compleja por la lejanía, que hasta la fecha ha estado jalonada por la presencia de su obra en las exposiciones “Son cubano” (2010), junto a W. Lam, Santiago R. Olazabal y Los Carpinteros, y la monográfica “Conversando con la naturaleza” (2011).

Ahora, con “La foresta mágica”, una exposición-instalación “concebida” según nos ha hecho saber para Estudio Artizar, y que exhibió en la sede del UNEAC de Matanzas hace apenas ocho meses junto a nuevas obras –posteriores todas ellas a la gran exposición que a comienzos del pasado año presentó en el museo José Luis Cuevas de México bajo el título de “La luz y las tinieblas”-, nuestra relación se afianza.

LA FORESTA MÁGICA

“La foresta mágica” (2011) está formada por siete pinturas sobre tela en tabla, y 20 “garabatos”, además de algunos dibujos. Los “garabatos” son horquillas (“que recuerdan el instrumento de que se vale Eleggúa -orisha del panteón yoruba- para abrir los caminos…”, ha escrito Daris Vazquez), de una altura aproximada de 130 cm, que el artista ha pintado y revitalizado como signos fértiles –bastones o báculos inevitablemente totémicos- en cuyo extremo superior siempre se posa un ave. Formas naturales sacralizadas por las manos de Mendive, los “garabatos” constituyen, por así decirlo, el entramado escénico en el que se presentan las pinturas.