“Miguel von Dangel es un artista poco común en nuestro medio, un artista que se ha mantenido casi al margen de cualquier actividad oficial e imposiciones publicitarias y tal vez no conocido (o reconocido) como debería serlo, ya que sostiene una obra sólida, densa, y sobre todo, producto de una importante reflexión acerca del carácter sagrado en el arte, la contemporaneidad y la referencia a lo específicamente americano. En este último aspecto, la referencia al Nuevo Mundo, von Dangel es uno de los pocos que ha logrado aún no banalizar sus contenidos estéticos e ideológicos en fórmulas facilistas y esquemas repetidos […] La batalla es una obra difícil, dura, de múltiples lecturas que entrecruzan no solamente los análisis de Uccello sino también las referencias características de von Dangel a los mecanismos políticos en nuestros tiempos, la violencia y su simbología adquirida desde los tiempos de la invención de América. Es un fresco impactante, y ante todo, no complaciente”.
“Miguel von Dangel despliega una obra cuyas entrañas remueven las bases del conocimiento y los vanos intentos por alcanzar el sueño de lo bello verdadero a través de fórmulas en el arte, la religión o el saber”.
“El camino de los opuestos se cumple en todos los sentidos, y por lo general, en casi todos los artistas. No podía faltar el componente dialéctico en la obra de un gran artista de la subversión, Miguel von Dangel. Desde el inicio de su obra, el sacrilegio ha estado en la boca de los censores y las frenéticas hordas de la muerte han anunciado toda suerte de extrañas esperanzas para la humanidad. Una obra excepcional viene a confirmar esta interpretación: La batalla de San Germano (sic), que es como decir, el Evangelio según von Dangel […] Obra expandida, ambientación, proposición de choque, San Romano es por encima de todo un credo estético personal, inseparable de una postura del individuo ante el atropello de los siglos y la fiesta bárbara de la muerte. Es muy importante que Sofía Imber haya acogido en su Museo esta obra que ella misma juzga ‘difícil, de múltiples lecturas’, que no es precisamente un tributo a la rutina.
La sala especial, por otra parte, es un lugar ideal para desplegar la batalla que se multiplica varias veces en el curso de las culturas y los tiempos, y que aquí, en este marco excepcionalmente curado, resulta uno de los eventos marcantes de muchos años […] el tropel de San Germano (sic) sobrepasa la tesis misma, cualquier tesis. Una vez desencadenado el horror, no hay pausa posible, ni brecha o alivio […]
El holocausto es un delirio barroco, lleno de aureolas y festejos misteriosos, como si la muerte y la vida perdieran lo que los separa artificialmente, y dejaran brotar lo que en verdad los une, porque una prosigue en otra, porque la muerte engendra la vida y así sucesivamente […] Como en el Bateau Ivre de Rimbaud y en las marejadas de la muerte que Homero requiere para su Odisea, en los terribles acordes de San Germano/von Dangel la vida es la única triunfadora”.
“Von Dangel, demonios y caballos: “No siempre las figuras más publicitadas del arte venezolano son las que pueden ofrecer el mejor balance retrospectivo de su obra, o bien un constante proceso creativo signado por la calidad plástica y conceptual de su trabajo. La figura de Miguel von Dangel prueba que el verdadero artista es un ente ajeno a la feria de sociedad. Su obra ha estado presente y se viene desarrollando desde hace más de veinticinco años sin pervertir sus postulados. La de Miguel von Dangel es una obra sin complacencia, sin facilismos, sin anecdotismos, como pocos pueden mostrar. Obra formulada con un gran rigor, estricto sentido de la contemporaneidad, los lenguajes plásticos y un trasfondo de hermoso y terrible drama humano […] Miguel von Dangel es pintor y escultor que ha compuesto una opera suma: La batalla de San Romano […] Pocas veces tenemos el don de distinguir un genio, y gozar y sufrir con su obra. La exposición de Miguel von Dangel en el Museo de Arte Contemporáneo ‘Sofía Imber’ fue un acontecimiento artístico capital que tuvimos la suerte de ver y disfrutar”.
“Llegué tarde a La batalla de San Romano […] Dada la rica textualidad histórica de este canto apocalíptico (fuego de las purificaciones, nostalgia de la razón ardiente), se podría decir que no hemos salido de la batalla de San Romano. Esto es, que ‘La Batalla de San Romano’, el gran fresco de von Dangel, nos revela en nuestra propia batalla (de Caracas, de Lima, de este hemisferio y del otro), personajes discretos que no se acaban de enterar del fragor del Apocalipsis unas calles más arriba […] como el héroe casual de Stendhal, recorremos un campo de batalla sin saber que protagonizamos la historia. Con esa ventaja trabaja este artista […] Von Dangel trata la historia en un proceso de recuperaciones residuales: la presencia es corroída por la des-figuración.
La historia es des-hecho, detritus ceremonial, esto es, lección moral barroca: de sus ruinas salimos con las manos vacías.
Esta pintura no pinta: despinta. Desvertebra lo escrito en su materia residual, y muestra la huella de la presencia como una construcción ilusa […] La batalla de San Romano, por tanto, es aquí uno de los caminos para volver del arte a la calle por vía del museo, uno de los pocos pasajes que nos quedan hacia lo comunitario […] Por la vía negativa, este poderoso comentario de los órdenes de la destrucción, nos lleva de regreso a la convicción utópica. Porque es desde la utopía (no por nada recusada por todos los poderes pragmáticos) que es posible rehacer las materias de la presencia con las formas de la ausencia”.
“La obra de Miguel von Dangel es intuitiva en su formulación, reflexiva en su conformación, emotiva en su proyección y espiritual en su fundamentación. Frente a esa integración sinérgica, el espectador queda envuelto en unas dimensiones muy abarcadoras […] La riqueza formal y conceptual que se congrega en las ejecuciones de Miguel von Dangel produce sensaciones casi inagotables. En efecto, experimentamos la presencia de lo caótico y lo cáustico, de lo alusivo y lo elusivo, de lo metafórico y lo metonímico, de lo antitético y lo antiestético, de lo desarraigado y lo arraigado, de lo truculento y lo turbulento, de lo catártico y lo catacrésico […] Pero lo más extraordinario de la obra reciente de Miguel von Dangel es que, en última instancia, lo que en un principio parece áspero y destemplado termina por asumir una jactanciosa dimensión que es también sublime y lírica. Al llegar a este punto recuerdo el aforismo de Frederich Nietszche: Todas las cosas buenas fueron amargas alguna vez”.
“Hay una obra excepcional, cuya premeditada complejidad y absoluto alegorismo reclaman atención crítica muy especial. Se trata de un mural de 32 metros, exhibidos en el mes de mayo de 1990 en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, y titulado La batalla de San Romano. Durante años el extenso fresco servía de paredes en el alto espacio que funciona como taller del artista. Así que mientras desde la calle se veía una especie de cubierta irregular y envolvente, en su faz interior von Dangel iba fraguando, pausadamente –entre la factura de otras obras- uno de los ensamblajes más importantes del arte contemporáneo. Sin ningún tipo de concesiones al posible espectador, la creación se fue concretando en una acumulación barroca exasperada y con la diversidad de materiales más notables que podemos recordar en la historia del arte, así como se fue abriendo un cromatismo estridente, que ni siquiera las gruesas capas resinosas lograban atemperar.
Constituida como una saga vertida plásticamente –es decir, que además del inicial impacto perceptivo, el espectador debía recorrer la gran obra en un ejercicio de lectura secuencial-, muchos núcleos de significación iban apareciendo, a medida que el público se dejaba atraer y guiar por la dinámica de los ejes compositivos y por la casi insoportable tensión trágica que de ellos emanaba […] en ese enorme telón viviente y doliente de lucha y sumisión, de voracidad, fuerzas desencadenadas y encarnadas en los demonios de la guerra, la lectura del espectador es menos polarizada que en los ensamblajes de El caballo –se refiere a Monumento- y la Virgen. El vasto fresco se convierte en la funesta superficie donde cabalgan los jinetes del Apocalipsis, dejando a su paso los despojos palpitantes, los fragmentos deformados, de la escoria de la historia. Si en la genial obra de Uccello predomina con gran claridad el orden figural y la nitidez espacial de sabios estudios de perspectiva, ambas reforzadas por los planos colores locales a fin de permitir la identificación neta de cada imagen, en el mural de von Dangel se hace inminente –aunque sin llegar, por milagro, a ello- al reino del caos, del supremo efecto que es provocado por la violencia. La indeterminación acecha, intermitentemente, los distintos episodios de la alegoría de la guerra propuesta por von Dangel. Y como alegoría al fin, la obra entera apunta hacia valores semánticos que superan los momentos de la real batalla y de su conmemoración uccelliana, para manifestarse indicativamente en la historia de nuestros días”.
“Hace diez años que he seguido con fascinación la obra del artista venezolano Miguel von Dangel […] Von Dangel ha representado a su país en la Bienal de Venecia y fue uno de los 12 artistas del hemisferio premiados en la exposición Eco-Art en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro en 1992. Hace dos años la Galería de Arte Nacional lanzó una conmovedora exposición retrospectiva de von Dangel, la cual dejó claro que este artista es el más impactante y original que haya surgido en Venezuela en los últimos 20 años. La plástica contemporánea, especialmente de Latinoamérica, es inexplicable sin mencionar a Miguel von Dangel […] Su obra es todo lo contrario a las reducciones modernistas que buscaban, como alquimistas modernos, la ‘purificación’ del arte. También está lejos de las pedanterías y banalidades que acechan gran parte del posmodernismo. Ni reducción ni ironía. Von Dangel dramatiza cómo una obra de arte puede tragarse un mundo y convertirse en él […] Si pudiéramos concebir el arte que crearía una personalidad que uniera el apetito de mundo del Fausto de Goethe con la erudición y lucidez de Jorge Luis Bórges, no estaríamos lejos del arte de von Dangel…”.
Miguel von Dangel es como un sitio. El hombre se vuelve lugar cuando crea expresiones artísticas tan preponderantes como el paisaje, como un altar mayor, como el paisaje humano, como el bullicio de la gente despertándose. Miguel von Dangel es un lugar muy particular incrustado en Petare. Miguel pinta y escribe bajo una atmósfera de luces y penumbras, de casas laberínticas y pedazos de cielo que a veces se agitan en forma de sábanas, de bluyines, de relampagueantes palomas caseras.
Ver una obra suya es un acto inquietante, porque el contacto espiritual es directo, conmueve la memoria acicateando los elementos culturales que la conforman. Hablar con él es un ejercicio difícil. Miguel anda sumergido en pensamientos y sentimientos profundos. No hay manera de tratar vaguedades. A veces se conversa con él como jugando dominó en un botiquín. Pero hay que ser muy amigo suyo para llegar a tales extremos.
Con Goya
Miguel hace un homenaje a Goya zambulléndose en el pesimismo, el absurdo, el drama; en las tragedias griegas que también son petareñas. Hace uso del conocimiento que posee sobre el toro para entender más a Goya. El toro es la fuerza bruta endiosada; los toros eran dioses en Babilonia; alguna vez, Zeus se convirtió en toro blanco para seducir a una de tantas. Y Zeus fue quien regaló a Minos, rey de Creta, un toro blanco del cuál se enamoró la mujer de Minos: Pasifae. No puedes estar aceptando regalos estrambóticos de alguien como Zeus, si tu mujer no está ni pior o es bellísima. Pasifae, hechizada, se metió dentro de una vaca de madera para poder tener relaciones con su amado toro; el Minotauro Asterion nació de esa unión.
Bueno, cuando Miguel pinta en homenaje a Goya hila fino con todas esas cosas. Por si fuera poco, Miguel von Dangel, además, pudo captar lo que otros no vieron en las cabezas negras clavadas en la pared. Cabezas de ojos vidriosos que aún asustan. Cabezas de toros bravíos que murieron en la arena, que se humillaron ante el torero y se desangraron como un tango en las plazas de toros.
Toros heróicos, de quinientos kilos, cuyas cabezas terminaron adornando las tascas y otros comederos.
De allí esta entrevista breve. Un pretexto para hablar con Miguel von Dangel, uno de los artistas más trascendentes y significativos de América Latina. Y el único que pinta como él.
—Goya viene para aca y ve lo que tú haces ¿que pregunta Goya?
—Goya, seguramente, no era gente de hacer preguntas sino de imponer criterios, yo no veo a Goya preguntando. Y luego hay que plantearse en qué momento Goya haría qué tipo de pregunta, asi que la cosa no es nada fácil.
Si yo parto de la base cierta de que las tauromaquias responden a un momento histórico donde Goya empieza a dar opiniones, él podría preguntarme: ¿Crees tú que la situación política, histórica, en la que tú aludes mi obra para decir lo que quiere decir, justifica eso?.
__Goya se la pasaba disgustado…da la impresión…
__Goya viene saliendo de la oscuridad del pensamiento dogmático español con toda la carga de esa herencia de fanatismo religioso, de estupidización del pueblo, que es la inquisición… y entra en el siglo de las luces. Yo no se si nosotros estamos entrando en el siglo de la oscuridad, eso sería, por ejemplo, una disyuntiva para poderte dar una respuesta exacta.
__Goya denunciaba la ignorancia y la crueldad, cuando pintaba la fiesta brava ¿no?
__Igual que hizo con Los caprichos y Las brujas, Goya utiliza la tauromaquia, para denunciar la negra ignorancia en la que el pueblo está sujeto. La tauromaquia, en el momento de Goya, comienza a conformarse como lo que nosotros conocemos hoy en día. Viene a suplir otros tipos de espectáculos que eran los autos de fe, la quema de herejes y de brujas, de judíos, marranos, etcétera, etcétera, etcétera.
La tauromaquia en su origen, en España, era un derecho exclusivo de la aristocracia. Por las presiones políticas del momento se le concede al pueblo el derecho a participar y ser espectador de la tauromaquia. El pueblo, por fin, como los señores feudales antiguos, podía participar dentro del hecho. Los toreros son virtuales héroes y líderes populares en su momento, como buena herencia del circo romano, del pan y circo.
Ahí tienes otra lectura de lo que podría inferirse a partir de la tauromaquia: la masa estupidizada se regodea en la sangre, se regodea en la crueldad, se insensibiliza, pero el poder la maneja a través de esos medios. De ahí a las pobladas que salen a la calle a saquear, hay un paso muy pequeño.
El poder siempre está toreando al pueblo. Y nunca faltan aguafiestas como Miguel von Dangel o San Agustín en su momento, diciendo “esto es una bestialización del espíritu humano, hay que parar esto” pero ya tú ves que las cosas continúan.
__Viene Kant a conversar contigo…¿qué tema escogen para hablar los dos?
__Kant me mandaría para el carajo. Ese tipo estaba más allá de conversar conmigo… además, era un extremista… no creo que Kant me preguntaría nada… Lo que sí me parece interesante es que en los libros que estoy trabajando más allá de la exposición, me encontré con una reflexión en una revista Humboldt sobre el gran auge que tuvo Kant en el Brasil de los años sesenta. Era la respuesta que los predios académicos y universitarios brasileros estaban consiguiendo para hablar un idioma, para decir lo que estaba sucediendo sin exponerse a la opresión de la dictadura militar de su momento.
Cuando yo utilizo a Kant en ciertos trabajos no es tanto para ostentar que yo entiendo los dilemas que él plantea en su filosofía, sino para entender cómo una figura en un momento dado, inesperadamente, puede señalarte situaciones.
__¿Qué puede aportar en el contexto histórico, una exposición homenaje a la tauromaquia de Goya?
__Es muy especulativo pensar que eso pueda tener una reacción inmediata, no te olvides que estos sistemas funcionan de otro modo.
Yo tengo el poder de hacer algo, de crear algo. Hay gente con otro poder. Por ejemplo, el poder de la opresión que sólo es poder en tanto que se compara con el que tiene menos poder. Para que haya poder tiene que haber el menos poderoso,
El pecado original es desplazar a Dios en su poder y en su voluntad. El problema no es saber la disyuntiva entre el bien y el mal, el problema es que hay quienes dicen “yo sé tanto como Dios y ahora el que sabe soy yo” y esa falta de humildad tan desconcertante y brutal, esa arrogancia desmedida del homo sapiens de creer que conocer es arrebatarle el conocimiento al otro, es el pecado original. Esa soberbia es el pecado original.
__Terminando esto, debería comentarte algo que ya sabes: hay mucho erotismo en la tauromaquia…
__Te sorprendería saber cuantas erecciones y eyaculaciones precoces sufren los visitantes de las corridas de toros cuando ven correr la sangre, y eso no son inventos míos. El juego del transformismo sexual en el toreo es obvio: el torero es una mujer disfrazada con lucesillas y con una falda que le muestra un picón al bruto que la arremete desesperadamente. A última hora se invierten deshonestamente los papeles del juego: el torero saca la espada fálica y mata al animal: el toro se vuelve la mami que se deja asesinar.
Caracas, Venezuela
Julio del año 2007
La entrevista se realizó en el taller del artista ubicado en Petare, Venezuela
Tauromaquia en homenaje a Goya es el resultado de una larga investigación que llevó a cabo Miguel von Dangel sobre el toreo y sus antecedentes históricos
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