Frank Hyder

Nace en 1951 en la ciudad de Philadlephia, PA-USA.

Artista de gran fomación académica, realiza sus estudios universitarios en el Maryland Institute College of Fine Arts en la ciudad de Baltimore, MD-USA obteniendo el título de Bachelor in Fine Arts en 1972. Continua sus estudios de postgrado en la Skowhegan School of Painting and Sculpture en la ciudad de Skowhegan, ME-USA y luego en la University of Pennsylvania, Philadelphia, PA-USA, culminándolos en 1975.

Frank Hyder ha exhibido individualmente su obra en más de 80 exposiciones a través de numerosos museos y galerías, y son más de 150 exposiciones colectivas en las que ha participado desde 1972. En casi cuatro décadas de febril y apasionado trabajo por la naturaleza y el hombre original, ha recorrido con su obra diversos países de América Latina en un interminable peregrinar en busca de nuevas tierras, costumbres y autóctonos actores de su mundo imaginario. Hyder ha exhibido en museos y galerías de Caracas, Maracaibo, Mérida y Coro, todas ciudades venezolanas donde ha llevado con éxito su arte y su performance, así mismo lo ha hecho en Cali, Medellín, Bucaramanga en Colombia y en Ciudad de México, México.

Exposiciones Individuales:
2011 Galerìa Medicci, Caracas, Venezuela, - 2010 Mason Murer Gallery, Atlanta, GA, Walter Wickiser Gallery, New York, NY, - 2009 Moore College of Art & Design, Philadelphia, PA,Anita Sahpolosky Foundation, New York, NY, Jim Thorpe Gallery, Philadelphia, PA - 2008 Mason Murer Gallery, Atlanta, GA (también en 2007) - 2007 Projects Gallery, Philadelphia, PA (también en 2005) Butters Gallery, Portland, OR (también en 2004, 2002, 1999, 1998, 1996-92, 1990, 1989) - 2006 Walter Wickiser Gallery, New York, NY, Galería Medicci, Caracas, Venezuela, Mason Murer Projects at Paces 325, Atlanta, GA Art Miami - Miami, FL - 2005 Chicago Contemporary & Classic, Chicago, IL - 2004 Galería Mesa Verde, Maracaibo, Venezuela - 2003 Galería Medicci, Caracas, Venezuela & Coral Gables, FL, The Mayor's Gallery, Portland, OR - 2002 The More Gallery Philadelphia, PA (también en 2000-1997, 1995, 1991, 1990, 1988-81), Galería del Banco de la Republica de Bucaramanga Columbia SA, Galería de Arte La Otra Banda, Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela, Galería de la Fundación la Ruta del Arte, Tovar, Venezuela - 2001 Convenio Centro Colombo Americano, Medellín, Colombia, El Cevaz, Maracaibo, Venezuela - 2000 Excélsior Gallery, México City, México - 1997 Caracas Art Fair, Caracas, Venezuela, Art 97 Vancouver Art Fair, Butters Gallery, Ltd., Portland, OR, King Plow Arts Center, Atlanta, GA, Main Line Unitarian Church, Devon, PA - 1996 Lowe Gallery, Atlanta, GA (February and September) (también en 1993, 1992) - 1995 Centro Colombo Americano, Bucaramanga, Colombia, Philadelphia Art Alliance, Philadelphia, PA - 1994 Mazmanian Gallery, Framingham State College, Framingham, MA, Aurobora Press, San Francisco, CA (monotypes) - 1993 Palacio de Gobernación, Caracas, Venezuela, Hahn Gallery, Chestnut Hill, PA (también en 1980-1977), Austin Peay University, Clarksville, TN (monotypes), Benton Gallery, Southampton, Long Island, NY, Gallery Clave, Caracas, Venezuela, FAN Gallery, Philadelphia, PA - 1991 Brendan Walter Gallery, Santa Monica, CA - 1990 Anita Shapolsky Gallery, New York, NY (también en 1989) - 1989 Michael Dunev Gallery, San Francisco, CA (también en 1988) - 1988 Ernst Alexander Gallery, Washington, DC - 1987 The Exhibition Space, New York, NY - 1986 Sarah Y. Rentschler Gallery, New York, NY - 1983 St. Joseph's University, Philadelphia, PA - 1982 Long Beach Island Arts Foundation, Loveladies, NJ - 1972 Five West Gallery, Baltimore, MD

La obra de Frank Hyder está representada en diversos museos, galerías y colecciones tanto públicas como privadas:
Galería Medicci, Caracas, Venezuela; Museo de Arte Contemporáneo Zulia, Maracaibo, Venezuela; Museo de Arte Contemporáneo, Caracas, Venezuela; Museo Jacobo Borges, Caracas, Venezuela; Museo de Mérida, Mérida, Venezuela; U.S. Embassy, Caracas, Venezuela; Austin Peay University, Clarksville, TN, USA; Carnegie Museum, Oxnard, CA,USA; Centro Colombo Americano, Medellín, Colombia; Grand Rapids Museum of Art, Grand Rapids, MI,USA; Library of Congress, Washington, DC, USA; Museo Universitario, Universidad de Antioquia, Medellín,Colombia; Ontario Museum of Art, Toronto, Canadá; Pennsylvania Academy of Fine Arts, Permanent Collection Pennsylvania Convention Center Commission, Philadelphia, PA, USA; Philadelphia Museum of Art, Philadelphia, PA,USA; U.S. Department of State, Washington, DC,USA; Woodmere Art Museum, Chestnut Hill, PA Colecciones Privadas: Mr. Elton John; ARA Services Corporation; Bell Atlantic Corporation; Berwind Trust Co; Franklin Mint &Co; General Electric Corporation; Metropolitan Life Insurance Co; Microsoft; Saks Fifth Avenue; Terminal Freezers; Wyndham Franklin Plaza.

Entre las diversas premiaciones destacan los siguientes reconocimientos:
2001-Beca Senior Fulbright to Venezuela - U.S. Embassy Cultural Grant, Caracas, Venezuela Mid Atlantic National Endowment Award for Crafts & Sculpture
2000-Moore College of Art & Design Faculty Development Grant.
1999-Brenau National Invitational First Prize - Moore College of Art & Design Faculty Development Grant.
1995-International Arts Program Network Award (Peru & Bolivia).
1994-International Arts Program Network Award (Colombia & Venezuela). Commission 1% for Public Art Award, Oxnard, CA.
1993-Pennsylvania State Council of the Arts Grant - U.S. Information Service Grant to Venezuela - Moore College of Art Faculty Development Grant - National Endowment for the Arts, Mid Atlantic Regional Visual Arts Fellowship.
1989-Best of Show, Penn State Museum.
1988-Pennsylvania State Council of the Arts Grant - Moore College of Art Faculty Development Grant.
1986-Moore College of Art Faculty Development Grant.

Hay una extensa bibliografía sobre el artista. Libros y videos han sido elaborados para la difusión del trabajo y obra del artista. Hyder ha compartido su trabajo con una larga dedicación a la docencia a niveles universitarios.
 

Frank Hyder es un artista muy unido a la naturaleza y a su relación con el hombre, que ha explorado a través de personajes, viajes y la aventura que de irrumpir en ella se genera.

José Pulido
 

He ahí a Frank Hyder pintando: puede ser sutil con un brochazo y abrumador con una pincelada. A sus personajes se les pone la piel de mimbre; la epidermis se les vuelve un encantamiento de madera tallada, de virutas y conchas; un enmascaramiento de bambú. Es un colorista que mueve sus tonalidades como viento en follaje, como remolino en agua, como incendio en montaña.

Cuando Frank Hyder pinta, invoca con maneras sencillas la trascendencia de las cosas que importan y que subrayan la trayectoria humana, esa estela que ha dejado sus huellas en olimpos y pantanos, en bosques y piedras, en la savia y la corteza, en el espíritu y la carne.

No hay dejadez ni pereza en su oficio: lo ejerce con la misma pasión que han esgrimido los artistas de todas las épocas, y esa intensidad significativa, transforma cualquier cuadro suyo en una puerta que atraviesan las culturas más ignotas y disímiles.

Esa trascendencia implícita en el trabajo de Hyder, catapulta invariablemente su obra hacia el ámbito de los museos. Es como el vuelo del águila, que fiel a su esencia, culmina la elipsis en el tope de las serranías. Aunque el desarrollo de su personalidad creativa se fue mostrando en galerías acuciosas de Estados Unidos y América Latina, sus piezas desbordan la intimidad de los espacios breves, atraen el interés de la investigación y el torbellino de los espectadores. Estos, invariablemente, experimentan un temblor de peregrinos cuando descubren las caras suspendidas en el misterio de sus telas.

La faz y el medio ambiente
La crítica ha destacado su persistencia en la defensa del medio ambiente y de las culturas indígenas de todo el continente americano. Su pintura se ha sumergido en los materiales y los colores, que evocan la vida del hombre sembrado en la selva y en la historia.

Pero Frank Hyder ha macerado un nervio fundamental, ha encontrado una veta que le sirve para extraer las fulguraciones del mito y la poesía: un cuadro suyo puede devenir en algo tan nuevo y tan antiguo a la vez como un atardecer.

Porque en la realidad y el delirio de su taller, el artista se ha dejado llevar hacia los predios donde reina el símbolo más importante de todos: el rostro humano, la faz del hombre.

Todas las civilizaciones que florecieron y se marchitaron en el planeta, todas las altas culturas que motivaron al ser humano para que se debatiera entre la búsqueda del conocimiento y el hallazgo de la fe, se siguen asomando al presente a través de caras esculpidas en piedra, fundidas en bronce, talladas en madera o cocidas en barros perennes. Predominan en templos asiáticos, africanos, europeos, americanos y saltan en la mente con sólo pronunciar nombres puntuales como Esfinge, Grecia, Roma, Birmania, Tailandia, India, China, Buda, Maya, Azteca, el Cuzco, Isla de Pascua.

La cara es el libro donde están escritos los sentimientos y los pensamientos del ser humano. “Cuando el hombre vuelve su rostro hacia la luz, su faz resplandece de claridad”. Esto podría aplicarse en el modo de mirar, bajo la luz del trópico, esas caras que Hyder revela usando los colores de su pasión americana.

Rostro y religiosidad
Cuando cayeron los ídolos paganos y Dios fue uno solo, los templos no podían mostrar su imagen, porque nadie conoce su cara. Insistieron, entonces, en que el hombre fue hecho por el Señor a su imagen y semejanza. El rostro humano estaba allí para mostrar un posible rasgo del Todopoderoso. El Papa Gregorio El Grande, terminando el siglo VI, dijo que muchos miembros de la iglesia no sabían leer y que no hacía daño enseñar a través de la pintura la palabra de Dios.

Los textos sagrados han enfatizado: “La faz de Dios se relaciona con su esencia, y por eso es imposible contemplarla”.

Y aunque se ha afirmado que “Nadie ha visto nunca a Dios”, en el Capítulo 4 del Apocalipsis, Juan, el teólogo, señala que vio: “…un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado. Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda”.

Jaspe y Cornalina. Frank Hyder crea y recrea rostros de tal tenor. Y también pinta caras que a su vez, en la narración de sus historias, aparecen pintadas para darle continuidad a los rituales de la vida y de la muerte, de la paz y la guerra, de la iniciación y la esperanza.

La cara es un tema que abarca todo: es como una religión en sí misma. Cualquiera puede perderse en divagaciones al respecto, pero es perentorio afirmarlo: nadie ha podido ver su rostro directamente. Al hombre sólo le es permitido contemplar y conocer su cara a través del espejo o del retrato. Solamente los demás miran las caras de los otros y viceversa.

La cara sufre a la intemperie, pero en ella se guardan los sueños y los cinco sentidos y eso le otorga un mayor significado a la pintura de Frank Hyder. El ha comprendido que la faz es eterna, como las rosas y los pájaros. La cara representa al ser humano de cuerpo entero: está en las cédulas, los pasaportes, en las lápidas y los afiches, en las vallas y en los salones de la fama.

Los maorís de Nueva Zelanda han preservado su identidad en rostros de madera; en Nigeria aparecieron cabezas de bronce tan perfectas que con ellas se puede saber a ciencia cierta cómo vivían y pensaban los nigerianos de tan lejano pasado. Tlaloc, la divinidad azteca de las lluvias, trajo hasta el presente un rostro hecho con serpientes, como si la medusa se hubiese mirado a sí misma; y la serenidad de Buda deslumbra en una cabeza del siglo III, realizada por la escuela de Gandhara.

Y hablando de enseñanzas: he aquí la escuela de Frank Hyder, sustentada en significados antiquísimos y en verdades contemporáneas. Una saga de cuadros, para que los espectadores del futuro conozcan el arte de un hombre que, mezclando colores y amores, invoca la salvación de los árboles y los animales, de las selvas y los ríos. He ahí el pintor atado a una querencia y buscando con afán de niño, la fórmula para que el hombre y la naturaleza no continúen divorciándose. Por tal motivo es que sus rostros retoñan en la poética del reino vegetal. El pintor jamás asume un trabajo prosaico, porque utiliza su taller a manera de cosmos. No en balde se comenta en predios urbanos y también en las afueras, que Dios inspira a los artistas, mañana y noche, para que se desesperen actuando a su imagen y semejanza.

Sofía Imber
 

Catalogar a Frank Hyder sólo como un artista de temática ecológica es arrojar poca luz sobre las obsesiones y preocupaciones que constituyen su trabajo, eficazmente contemporáneo. Para la lectura ilustrada de Fernando Savater, los ecologistas son fundamentalistas, por que permanentemente pugnan por salir de al utopía de la modernidad, tal vez, avanzando hacia un futuro - o regresando hacia un pasado - apegado a la naturaleza y sus leyes inexorables, a las cuales seguimos sujetos, aun a pesar de la modernidad. Si bien sus maderas desbastadas, intervenidas gestualmente, conformando altares retablos o cajas, objetos de claro contenido ritual, manifiestan claramente su preocupación por la relación en extremo precaria - entre el hombre y la naturaleza, su acercamiento a lo ancestral no ocurre como insurgencia frente a lo tecnológico, o lo global, sino más bien aventurando un dialogo con multicultural.

Hay algo de sentido común en sus preocupaciones, si recordamos a Jefferson criticó las ciudades en nombre de la democracia y de cierto empirismo político, que Emerson también lo hizo en nombre de una metafísica de la naturaleza y que Thoreau en Walden o la vida de los bosques (1854) propuso el regreso a una especie de estado rural que, se supone, sea compatible con el desarrollo económico de una sociedad industrial y que permita por sí solo asegurar la libertad, el florecimiento de la personalidad e, incluso, laverdadera sociabilidad; ideas que casi un siglo después el movimiento hippi tomara como suyas para la constitución de sus experimentos comunitarios.

Smithson, artista norteamericano del land art escribió en 1966 un artículo titulado La entropía y los nuevos monumentos donde presenta, bajo una visión entrópica del futuro del universo, a la tierra como un sistema cerrado que sólo dispone de un número de determinado de recursos. Consciente de esta entropía geológica por cuya acción los materiales de la tierra evolucionan y se van gastando, a Smithson le preocupaba más otro tipo de entropía: la cultural.

Basado en la tesis de Lévi-Strauss, de la existencia de culturas calientes que generan mucha entropía por ser sociedades estructuralmente complejas y culturas frías, que por ser primitivas o simples apenas generan entropía, ante el desgaste de nuestra cultura por estar muy desarrollada, propuso combatir la entropía cultural, sin soluciones nostálgicas o románticas como simplificar las estructuras de nuestra cultura volviendo a unos orígenes primitivos, a un tiempo y a una economía que dejen de apuntar hacia el futuro para detenerse en estados cíclicos, como en el fondo proponen todos los fundamentalismos.

Combatir la entropía de Occidente desde dentro del sistema y a través del arte fue su propuesta, y en ello hay un punto de coincidencia con Hyder, más allá de la proximidad generacional. Así como el interés de Hyder no debe ser considerado meramente ecologista, el encuentro de lo multicultural tampoco muestra un énfasis etnográfico únicamente: nada más alejado de las obsesiones del artista que la búsqueda del Buen Salvaje. Al centrar el diálogo en lo ancestral, su obra se consagra a la recuperación de una memoria de la mirada: la de la relación del hombre con el orden natural, en nuestros días tan llenos de información y contingencia, pues cuanto más sabemos más olvidamos.

Ya en el catálogo de su exposición en el MACCSI, en 1996, señalábamos que su obra remite a aquellos principios básicos de la comunión que existe ancestralmente entre el arte y el cosmos, en una especie de invocación universal para preservar la creación. Con él, estamos ante un artista cuya pasión por salvar el planeta de una posible extinción, sobre pasa el panfleto y se transfigura en lenguaje de profunda calidad plástica. Su hacer y su pensar, cercanos al espacio conceptual y físico de América Latina lo trajeron a nuestro país en 1991, con piezas en las cuales destacaba la conjunción de la fuerza del oficio y el dominio de la técnica con el carácter experimental en el trato con el material. Su discurso está enriquecido por la dimensión que otorga la reflexión sobre el peligro de la inminente desaparición de comunidades culturales y ecológicas en un planeta violentado por los excesos de un mal planteado progreso tecnológico y político. La madera y la pintura se trasmutan en pura energía y transmiten su propio grito contra los atropellos que impiden el digno vivir en armonía con el entorno, haciendo del suyo un arte en abierto diálogo con la sensibilidad y la conciencia de una existencia cuestionada por nosotros mismos.

Pero si debe reconocérsele por algo más que por su trabajo como artista preocupado por el destino de la especie, ello sólo podría ser por llevar sus obsesiones a su vocación por la docencia. Y es que Hyder es sin duda un maestro, en la dimensión plural de la palabra, la que lo revela como aquel que busca siempre las maneras de enseñar lo que se debe aprender. No pocas generaciones talleres, se han nutrido de sus investigaciones, de su interpretación de los puntos de cruce entre culturas y entorno natural y de la manera como los a plasmado en materiales y en conceptos, para contribuir a formar una conciencia y una sensibilidad más próxima, pero a la vez más universal, del mundo como hábitat del ser humano.

Esta exposición rinde homenaje a su doble condición de artista y docente, brindándole la capacidad multiplicadora de la institución museística. Que sea una llamada de alerta ante la realidad de nuestra precaria ecología humana y una convocatoria para la búsqueda de soluciones que reviertan su ostensible deterioro.

Sofía Imber
"Recuerdos del Mundo Nuevo"
Museo Jacobo Borges
4 de noviembre del año 2001 al 16 de mayo del año 2002
Caracas, Venezuela