La obra más reciente de Miguel Von Dangel opera como un gran mapa mundi que engloba múltiples espacios y contenidos que rebasan cualquier lectura estructurada a partir de una visión específica o punto de vista. Esta pretendida lectura deviene infinita o ilimitada por su misma condición de obra de arte con contenidos que plantean situaciones siempre en proceso, que no concluyen aún cuando la pieza está terminada. Con esto queremos decir, que todo lo que en estas pinturas acontece continúa procesándose tal como sigue desarrollándose en cuerpo y alma del artista. Precisamente esta cualidad constituye un aspecto determinante en la obra de Von Dangel.


        Todo engranaje comunicacional depende de signos. Cada signo se compone de una forma y de un contenido o de un significante y un significado para usar términos de la lingüística. Pero esta unidad básica de la que parte toda comunicación adquiere una complejidad tal en la obra de este artista que supera cualquier categorización de orden retórico o estilístico. Esto se debe a que una forma no remite sólo a un significado. De ella pueden desprenderse diversos significados. Von Dangel codifica, por decirlo de algún modo, las significaciones diversas e ilimitadas de lo pensado. La obra plasma un sistema de pensamiento que se materializa, se grafica, en el espacio de la obra, recinto que permite tal diversidad. En tal sentido se entiende porqué para él la obra de arte supera sin duda las fronteras de la materialidad.
                                                                                                                                                                              

                                                                                                                                                                                                                   

Anna Maria Cian
 

Del repertorio simbólico articulado en el alto medioevo, y gracias a una tradición envuelta - entre otras- por persecuciones e intolerancias, plagas, epidemias, y en una sociedad inmersa en un caudal de crisis permanente, esta responde con una máxima alegórica: "La cosa no es lo que parece, es signo de otra cosa".

De manera que este subterfugio, en donde "el hombre medieval vivía efectivamente en un mundo poblado de significados, remisiones, sobreentendidos, manifestaciones de Dios en las cosas, en una naturaleza que hablaba sin cesar un lenguaje "heráldico" (1), es reutilizado por el Renacimiento en su necesidad de fundar - valiéndose de un lenguaje hermético, hecho manifiesto a través de los jeroglíficos- una criptografía en la que pudieran participar unos pocos, llámese la clase letrada o la clase socio- política dirigente. Emblemática que intenta establecerse como género vinsulante entre el arte y la literatura, entre el artificio y el contenido, o lo que es lo mismo, entre la imagen y la palabra.

Pues en su carácter de "verdad ilustrada" en tanto que producto del nuevo platonismo y en su significación "universal, nutrido de múltiples y diversas fuentes (bestiarios, proverbios, etc.) el emblema cumple dos funciones básicas representa e interpreta, es decir, representa algo, referido a la naturaleza, mitología animalística o religión, que alcanza a ser res significans, y en donde se interacciona la palabra trasvasada en escritura esquematizada o lema; integrante de un cuerpo totalizante, y cuya combinatoria de ambos es el objeto de lo emblemático.

Pero es precisamente en el Barroco, a través del Concilio de Trento, que el emblema sufre su mayor metamorfosis funcional: ocasión sin duda favorable al uso de la imagen como propulsora y propagadora de la fe. Es así que, de la interpretación que convertía al emblema en sabiduría de pocos, pasa a situarse como accesorio mediador para el común, fungiendo como instrumento de proselitismo político- religioso.

Y es que su bien iconografía emblemática se desborda de sus propios contenidos, gracias a sus usos y abusos, ella cae irremisiblemente en una suerte de vacío ideológico o de falsa conciencia, que en su paso por la América Hispana cobra nuevos bríos en la gesta evangelizadora.

Preceptiva que consecuentemente desencadena una "Guerra de Imágenes" que por un lado, expolia un imaginario cultural, y por otro instaura una nueva arquitectura icónia que este nuevo Barroco subvierte convirtiéndolo en voz de "nuestro ser", manifestación o reacción que, en todo caso parte del intertexto del préstamo y la reapropiación. Transgresión que cuestiona -en este nuevo orden- la obra de guaman Poma de Ayala- en su intención de utilizar el programa mediatizante del Barroco como una respuesta profundamente americana desde la discursividad del enemigo.

Es ahí donde se inscribe el proyecto de Miguel Von Dangel, al reordenar el dilema dialéctico entre el viejo y el Nuevo Mundo, en relación a la imagen y la palabra, su conjunción y disfunción. Visto así, el artista aspira a complementar una lectura de la "imagen" en el cual, mas que una morfología específica local, esta contenga y expanda la lectura plástica de la letra. Imagen de Imagen, pintura del verbo que quizás busca restablecen una cierta armonía original, dado que las obras que conforman esta muestra se disponen en función de una dualidad que parte de una información y que se muta en significante simbólico, a través del objeto icónico plástico; interactuando expresamente con un sentido alegórico esencial que posee la obra de Von Dangel: las molas indígenas -por ejemplo- son vistas como significaciones que identifica el pintor como signo de censura, haciendo uso reiteradamente en sus obras.

En la línea única, Von Dangel amalgama tres instancias cuales son, el mapa, recorrido o territorialidad, el pentagrama, la música visualizada desde la palabra del poema y la letra misma, elementos coincidentes en el sentido que todos tres resumen, lo sensorial gráfico como estructura icónica, siendo atravesadas por una línea primera axial que recorre la tierra y el arte. Inauguración de todas las líneas posibles es, quizás, la serpiente que se muerde la cola y que aspira alcanzar el absoluto.

El Jawar-Fiesta, es la representación simbólica en lo relativo a los signos ancestrales del sacrificio europeo-americano. Como fiesta de la sangre-según el artista- es un ritual que hacen los indios del altiplano peruano y boliviano, donde a un toro le son cosidas sobre la piel de la espalda las garras de un cóndor vivo. El cóndor desgarra el cuello del animal hasta que le encuentra una arteria y lo mata. Es así que la comunidad contribuye para que el toro no se arranque el animal de encima. Complicidad implícita entre la comunidad y el cóndor, que alegoriza América, y el toro, España.

De modo que Von Dangel enfrenta lo local propiamente dicho para ahondar lo universal, y a fin de cuentas sumergirse en lo esencial fundacional.

Liberación de la palabra frente a la preeminencia que hoy se le concede a la imagen visual, desvinculada y forzadamente globalizante; iconicidad en todo caso efímera, que, como fast- food se encuentra exenta de cualquier compromiso ético y estético.

Miguel Von Dangel
 

Miguel von DangelCronología Esencial
Pintor y escultor venezolano, nace en Bayreuth, Alemania, en 1946.

Cuatro años después llega a Venezuela para residenciarse en Petare.

De formación autodidacta, y tras una corta estadía en la Escuela de Artes Plásticas “Cristóbal Rojas” (1963-1965), Von Dangel comienza su proceso creativo recorriendo el país y tomando contacto con algunas de las comunidades indígenas del sur (piaroas, maquiritares y panares). Estos viajes serán sin duda elementos claves para su trabajo posterior.

En 1965 realiza su primera individual en la Sociedad Maraury de Petare y en 1966 lleva a cabo la segunda muestra individual en la Galería Espiral de la Escuela de Artes Plásticas de Caracas. En 1969 expone su serie Sacrifixiones, objetos rituales que son esculturas que “buscan encontrar en la invención del objeto, las leyes con que la naturaleza se transforma, se organiza, se representa y se fija simbólicamente en el espíritu humano” (1). En 1970 participa en la muestra “20 works of younger venezuelan artistics, patrocinada por The Nacional Institute of Culture and Fine Arts, Miami, U.S.A.

En 1972 se abre un período para Von Dangel con la obra Retrato Espiritual de un tiempo, escultura de un perro crucificado que causó escándalo en el país, cuando el párroco de la Catedral de Caracas intentó destruirla a bastonazos.

En 1975 comienza la ejecución de su obra Monumento, caballo disecado de feroz expresionismo. Posteriormente inicia su investigación sobre los escorpiones de Venezuela. En 1977 presenta dibujos coloreados, rindiendo homenaje al entomólogo M.A.González Esponga, en la Universidad Central de Venezuela.

En 1979 muestra sus Dibujos Musicales en la Galería Félix. Durante ese mismo período expone sus Diarios: barroca y polícroma cinta-collage de ciento cincuenta metros. En 1980 culmina otro gran ciclo, trabaja sobre una de sus obras fundamentales El retrato de mi madre.

En 1982 expone sus collages de Mapas de Venezuela.

Participa en la 1era Bienal de Escultura del Museo de Arte Moderno “Francisco Narváez” con sus Tierras Encapsuladas. 

En 1983, a un intenso y acucioso ritmo de trabajo, finaliza El regreso de la cuarta nave. La obra representará a Venezuela en la XVII Bienal de Sao Paulo. Esta pieza manifiesta la alegoría de un viaje imaginario a Europa en el que, cuatrocientos años después, son transformados en conquistadores aquellos que una vez fueron conquistados. Von Dangel ha estado presente en el Museo de América de Madrid, en 1986. En 1987 en The American Society Art Gallery of New York.

En 1991 recibe el Premio Nacional de Artes Plásticas. En 1992 participa en la exposición Eco-Art 92, en el marco de la Conferencia Mundial de la Tierra, obteniendo uno de los doce reconocimientos otorgados a artistas de todo el continente. En 1993 representa a Venezuela en la XLV Bienal de Arte de Venecia, con su obra La Batalla de San Romano.

En 1994 la Galería de Arte Nacional realiza una muestra antológica que abarca treinta años de creación.
Posteriormente inicia un homenaje a Emerio Darío Lunar y lleva a cabo una exposla Reforma y la Contrarreforma, y la incidencia de ésta en el continente americano. Asimismo el artista ha articulado una escritura pictórica que él mismo denomina “Desesperanto”.

Participa en la exposición Eco Art 1992, auspiciada por el Banco Bozano, Simonsen de Brasil, la cual fue exhibida en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, entre el 3 y el 30 de junio de 1992. El evento reunió a más de una centena de artistas plásticos, cincuenta de Brasil y setenta del resto de América, y se efectuó en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, a la que asistieron numerosos Jefes de Estado. Una comisión evaluadora, integrada por doce personalidades vinculadas al arte a nivel internacional -entre los que se contaban a críticos, historiadores de arte y directores de museos-, fue la encargada de seleccionar a cinco pintores de Brasil y siete de los demás países participantes en el evento, para conferirles un premio de cincuenta mil dólares, a cada uno. En esa comisión evaluadora participaron Ángel Kalemberg de Uruguay, Roberto Tejada de México, Rafael Squirri de Argentina, Thomas Messer de Estados Unidos, Diana Nemiroff de Canada, Gilbert Cateaubriand de Brasil, Gustavo Lara de Bolivia, Gloria Zea de Colombia (Directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá), Ricardo Pau-Llosa (crítico cubano-americano) y Carlos Silva de Venezuela. Von Dangel fue uno de los artistas premiados.

En noviembre de 1993 se inauguró su exposición individual De engaños y otras lidias, en el Museo de Arte Contemporáneo de Maracay Mario Abreu.

En 1994 se presentó el libro Miguel Von Dangel, el niño, con texto de la escritora Victoria De Stéfano, el cual fue editado por la Galería de Arte Nacional.

En 1995 la Universidad Simón Bolívar celebró su XXV aniversario. Su programa de celebración incluyó una muestra de Von Dangel: Ostentatio Vulnerum. La misma se inauguró el miércoles 8 de marzo del citado año, en los espacios de la Galería de Arte, Biblioteca Central.
En el Centro de Arte Euroamericano, se inauguró La elocuencia del silencio: homenaje a Emerio Darío Lunar.

En 1996 se inauguró en Sotage: Centro de Arte Moderno, ubicada en Lecherías, Estado Anzoátegui, la muestra Miguel von Dangel: máscaras, simulacros y simulaciones de la imagen.

En 1997 se inauguró la exposición Axis Mundi en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. En el marco de la celebración del 64 Aniversario del diario El Carabobeño, se inauguró en el Centro Cultural “Eladio Alemán Sucre” de la ciudad de Valencia, la exposición América emblemática. Es una exposición donde se busca un consenso de entendimiento que da la imagen con la palabra.

Entró en circulación su libro El Pensamiento de la Imagen y otros Ensayos, en el que se compilaron una serie de escritos -artículos de prensa, conferencias y reflexiones- realizados en años previos.

En 1998 se inauguró en el Museo Arturo Michelena la muestra Lastenia Tello de Michelena: la saga de una pasión.

El artista comenzó a trabajar en la serie de las Treinta y tres máscaras de Cristo, el cual concluyó en 1999. En cada obra de esta serie, Von Dangel enmascara y oculta –de treinta y tres formas diferentes- el rostro de Cristo por ser la expresión del mismo Dios, un Deus absconditus (Dios oculto). Como lo expresó Pascal: “Así es, no solamente justo, sino útil para nosotros, que Dios esté en parte oculto…”.

En el año 2001, un jurado, integrado por Sofía Imber, Lya Caraballo, Juan Carlos Palenzuela, Carlos Maldonado Bourgoin y Juan Carlos López Quintero, le concedió el Premio Anual de Artes Plásticas “Pedro Ángel González”, el cual fue creado por la extinta Gobernación del Distrito Federal y mantenido por la Alcaldía Metropolitana de Caracas.

La Feria Iberoamericana de Arte (FIA) le rindió homenaje en la edición del año 2003.

En 2002 el artista comenzó su proyecto más ambicioso: El Desesperanto. Concretamente, lo hizo a comienzos del año 2002. Todo comenzó como una especie de divertimento que incorporó a sus ejercicios “dibujísticos” habituales. Con El Desesperanto el artista desplaza la actividad literaria de su enclave tradicional: la poesía, la novela, el ensayo. Y, por esa vía, Von Dangel convierte su trabajo más reciente en “texto” que se puede leer como un tejido polisémico de códigos. Así, en cada libro o cuaderno del Desesperanto es posible encontrarse imágenes alegóricas y escritos metafóricos. A la fecha (junio de 2007), El Desesperanto está casi concluido. El proyecto está conformado por cien piezas. Las mismas están elaboradas en formato de “libro” que se “leen” desdoblando (literalmente) cada una de sus páginas, las cuales son, en realidad, un verdadero entramado de dobleces en el que se esconden las imágenes y los textos escritos, algunos de los cuales son repasados una y otra vez hasta hacerlos prácticamente ilegibles.